sábado, 21 de septiembre de 2013

Cooke contra los que están prendidos a alguna de las mil tetas del imperialismo.

Por Ali Rida Eric Peralta*

John William Cooke, ideólogo del peronismo revolucionario, uno de los más grandes pensadores, quizás el más lucido, que diera nuestro pueblo, al nivel de los grandes pensadores socialistas europeos que tanto gusta leer a nuestras izquierdas vernáculas.


Cooke fue autor de libros fundamentales para el pensamiento político nacional, lectura obligada para los hombres y mujeres que en la tierra de San Martín luchan por la revolución.

El bebe sostenía -luego de los bombardeos del 16 de junio de 1955, que lo tienen en la calle alzado en armas- a la violencia revolucionaria como inevitable, afirmando que para que la resistencia popular sea posible "las masa tienen que ser armadas", que el pueblo organizado debía tener conocimiento y asimilación de las grandes líneas estratégicas para resultar victorioso.

Años más tarde, el revolucionario interpela al líder del movimiento peronista y lo invita a exiliarse en Cuba, preguntándole ¿cómo va a entender a la revolución Latinoamericana desde la España de Franco?, pero mientras Cooke quiere la revolución socialista, Perón sostiene un juego pendular, por un lado afirma "ha muerto el mejor de los nuestros" en una apresurada declaración hacia los jóvenes ante la captura y el fusilamiento del Che en Bolivia, pero íntimamente no está dispuesto a dirigir la propuesta del bebe, lo que anhela el General es la comunidad organizada del 45, y quizás ya ni eso, como quedará demostrado en 1973 con su regreso.

El gran ideólogo de la revolución nacional fallecío el 19 de septiembre de 1968 sin asistir a la debacle del regreso de Perón, sin asistir a la persecución del peronismo revolucionario y de la izquierda consecuente.

Cooke se adelanto a la justa calificación de la descomposición de la dirigencia cuando afirmo que “a denunciar cómplices de la crisis y pregonar exorcismos que despejarán el maleficio, están dedicados, además de los elencos partidistas tradicionales, los restantes engranajes de la super-estructura político-social del régimen. Como ser, prohombres -de coronel para arriba- que se dicen destinados a salvar a la República, figuras consulares que especulan con la desmemoria del público, militares opinantes, logias diversas, técnicos del desarrollismo, tocadores de mandolina, gerentes de grandes empresas, delatores, técnicos en guerra psicológica, cazadores de brujas, sabios diplomados en el Pentágono, oligarcas mañeros y oligarcas neófitos, pequeños burgueses rebosantes de buenas intenciones, expertos de intensiones aviesas, voceros de los servicios de informaciones, astrólogos, y en fin, todo ese conglomerado de los que están prendidos a alguna de las mil tetas del imperialismo”.

*Secretario General de la OLA-Organización para la Liberación Argentina.