Por Eric Peralta*
Por supuesto que no se
encaminan a salvarnos de la enfermedad matando al enfermo, ensayan todo tipo de
ingeniería, e incluso podrían avanzar en algunos cambios de método e incluso
dogmáticos muchos de ellos vinculados a las necesidades del progresismo de las
socialdemocracias tercermundistas, y de las izquierdas decorativas para las
cuales la batalla cultural esta enmarcada en las demandas de una sociedad que
ha sido diezmada en su espiritualidad, ahogada por el hedonismo y el consumismo
más exacerbado.
Esta estructura sumida en la
más profunda burocracia y aliada a los principales centros del poder, socia de
primera linea de los organismos financieros, hace siglos que ha optado por los
privilegios terrenales, sosteniendo meramente ceremonias que no representan
autoridad espiritual ninguna.
El evangelio ha quedado
relegado, sus virtudes y valores están a contramano de quienes lo
"profesan", desde la jerarquía eclesiástica, esta disociación
sostenida por siglos ha entrado en contrariedad principalmente con los fieles
pobres y excluidos del mundo, que atravesados por las diversas crisis que persisten
y se profundizan en la sociedad moderna, observan con indiferencia los
preceptos fundamentales del cristianismo, convirtiendo su práctica religiosa y
espiritualidad en una superchería con significaciones acordes a las necesidades
y medida de las sociedades actuales.
La "nueva reforma"
se impulsa sin más objeto que la de obtener la simpatía de los miles de
millones de fieles que por un momento y a como de lugar reinventan su
espiritualidad entrando en contacto con el gran proveedor en que se ha
convertido occidente, reinventado una falsa espiritualidad con
"pociones" que en general va a contramano de virtudes, valores y
compromiso.
El divorcio de los de abajo
con sus pastores a tenido sus momentos, la praxis de una iglesia del pueblo y
enfrentada a los poderes promovida en el Concilio II a principio de los año 60
fue abortada por la misma estructura que hoy con el nuevo papa a la cabeza
comienza a hablar de una "iglesia pobre de los pobres".
Hay quienes promueven en el
seno de las luchas internas que atraviesa el "estado Vaticano" una
reforma estructural, esto en el marco de las pujas de poder que salieron a la
luz con el famoso Vatileaks, cuyas consecuencias pueden seguir sacudiendo a la
iglesia en su conjunto, ya que el renunciante al pontificado, el alemán Joseph
Ratzinger guardian de la ortodoxia durante el periodo de Juan Pablo II , figura
en varios de los procesos contra abusos sexuales de los curas pedófilos.
A tal punto es la
preocupación de lo que podrían generar estos procesos y denuncias ya públicas, que
Benedicto XVI, ya no contando con la inmunidad que le daba su condición de
"jefe de estado", seguirá protegido por su permanencia en territorio
Vaticano, a pocos metros de donde residirá el nuevo Papa.
Los cambios estructurales
que se proponen desde un sector, se sostienen afirmando que "la iglesia
esta atrasada 200 años", en la urgencia por recuperar la autoridad
espiritual perdida no sería mal intencionado pensar que se profundizaran
algunos cambios sostenidos en preceptos que en su totalidad son la representación
de la modernidad, y la legitimidad de buena parte de las prácticas que se han
naturalizado en nuestras sociedades, naturalización que no necesariamente
abraza la espiritualidad.
*Eric Peralta, Secretario General de la OLA.
Dios quiera que la humanidad
toda lo encuentre. Dios quiera.