Por Kamel Gomez*
Acaba de anunciarse el
acuerdo histórico entre Argentina e Irán en relación a la causa Amia. Hace
tiempo ya que las posibilidades de avanzar en la investigación del atentado
estaban muertas. Desde el comienzo la investigación se encontraba viciada: la
causa se vinculó más a los intereses políticos israelíes y estadounidenses que
a la búsqueda de la verdad.
Se intentó de cualquier
forma culpar a Irán y sus aliados regionales (Hezbollah, Siria) antes de
encontrar a los responsables materiales del hecho, para luego, sí avanzar en
los posibles instigadores o autores intelectuales. En fin, la Argentina menemista
entregó la causa a los caprichos de EE.UU. e Israel, y la Amia se valorizó en el ámbito
internacional como una herramienta más de presión a la República Islámica.
Los cambios en la justicia
argentina, luego de conocerse las escandalosas maniobras de Galeano, no cambiaron el contenido de fondo de una
causa "resuelta", supuestamente, por los servicios de inteligencia Mossad
y Cia. La mejor demostración del lobby norteamericano fue el pedido de
disculpas del actual fiscal Nisman a EE.UU. cuando pidió la captura de Menem.
Washington le recomendó al fiscal argentino "que se enfoque en los
perpetradores del ataque y no en el posible desmanejo de la primera investigación.
Semejante acción sólo confundiría a los familiares de las víctimas y distraería
la atención de la caza de los verdaderos culpables”.
Sabemos que los costos
argentinos ya han sido caros. Muchos analistas vinculan lo ocurrido con la Fragata Libertad
y los fondos buitres al inicio de negociaciones con la nación persa. Además,
sectores de la comunidad judía, cercanos al macrismo, han criticado con dureza
este nuevo posicionamiento argentino. Sus severas afirmaciones, que ya vienen
de antes por nuestras relaciones con Venezuela y Bolivia, más el incondicional
apoyo a las masacres israelíes en Gaza que manifiestan incansablemente,
demuestran el alineamiento político de sus dirigentes con la embajada sionista.
Sin embargo, más allá de las
dificultades, lo que se gana es mucho. La Argentina se acerca más a la posición
internacional del Mercosur y la
Unasur , con Brasil a la cabeza.Ya han pasado los días de la Argentina
"extra-Otan", y los países de la región mantienen serias relaciones
diplomáticas y comerciales con los revolucionarios shiítas. Venezuela,
Nicaragua, Ecuador y Bolivia desde lo político, y Brasil desde lo comercial,
señalan la agenda de la región con Irán.
Pero hay más. Mientras la
presión económica contra Irán de los bloques económicos de poder (Unión Europea
y EE.UU.) crece por las sanciones, Argentina, que necesita de divisas para su
balanza comercial, encuentra a un comprador de materias primas que también es
rico en recursos energéticos (petróleo y gas), algo que nuestro país necesita.
Mientras estas lineas se escriben, los iraníes acaban de suspender la venta de
crudo y gas a la Unión
Europea.
Por supuesto, lo más
importante es el cambio estratégico de la Argentina en el mundo.Cuando Obama y el congreso
de EE.UU señalan a la presencia de Irán en Latinomérica como una amenaza,
nuestra nación resuelve lo contrario. Es la presidenta Cristina Fernandez de
Kirchner quien resume lo que esta en juego:
"Jamás permitiremos que
la tragedia AMIA sea utilizada como pieza de ajedrez en el tablero de intereses
geopolíticos ajenos".
Son buenas noticias para los
argentinos, desde lo comercial hasta lo político, sin olvidar a las victimas
del atentado y a sus familiares, quienes son los primeros beneficiados de este
acuerdo histórico, para que se inicie una investigación seria y sin presiones
internacionales, y así la verdad salga a
la luz y los muertos, de una vez por
todas, descansen en paz.
*Kamel Gomez es Presidente
de la Unión
Árabe de Mar del Plata y Secretario General del Centro Islámico Marplatense
(CIM)