El secretario general del Hezbollah, Hassan Nasrallah,
concedió recientemente al canal panárabe de televisión al-Mayadeen una
entrevista en la que confirmó que su organización responderá contra Israel ante
toda nueva intervención de Tel Aviv en el conflicto que actualmente se
desarrolla en Siria.
Desde el inicio de la operación internacional tendiente a
derrocar la República Árabe Siria, en 2011, Israel ha bombardeado el territorio
sirio al menos en 5 ocasiones. Tel Aviv afirma que el objetivo de esos ataques
era impedir entregas de armamento al Hezbollah libanés. Pero en más de la mitad
de los casos ese pretexto en realidad sirvió para camuflar el respaldo israelí
a los mercenarios takfiristas.
Tres días después de la entrevista de Nasrallah a
al-Mayadeen helicópteros israelíes violaron nuevamente el espacio aéreo de
Siria y bombardearon un convoy en Quneitra matando un grupo de oficiales del
Hezbollah libanés y de los Guardianes de la Revolución iraníes.
Entre los muertos se encuentran Jihad Moghniyé, hijo de Imad
Moghniyé –jefe militar del Hezbollah asesinado en un atentado en Siria, en
2008–; el responsable de la presencia del Hezbollah en Siria, Mohammad Ahmad
Issa; y el general iraní Ali Allah Dadi, consejero militar enviado por los
Guardianes de la Revolución.
El primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu, duda de la
capacidad de respuesta del Hezbollah contra Israel debido a la actual
implicación de esa organización en el conflicto sirio. Al ordenar esta nueva
operación, Netanyahu espera fortalecer su propia imagen en momentos en que
acaba de convocar a elecciones.
El Hezbollah no ha logrado vengar el asesinato de Imad
Moghniyé. Pero el arresto, hace un mes, de un espía que había hecho fracasar
varias acciones de esa organización [1] hace pensar que esta vez las cosas
pudieran ser diferentes.
Fuente
Voltairenet.org