Por José Rigane
Secretario
Adjunto de la CTA Nacional y Secretario General de la FeTERA
Mientras la
comunidad mapuches de Neuquén levanta alambrados para resguardar los límites de
su territorio comunitario en la zona de Loma Campana, área de influencia de
Vaca Muerta, el fondo buitre NML Elliott presentó en los tribunales de San
Francisco, California (EE.UU.), una medida para embargar activos de YPF en los
Estados Unidos o de Chevron, uno de sus socios en la cuenca neuquina.
Los
laberintos judiciales y el involucramiento de actores importantes como la
gigante petrolera Chevron (un capital de peso económico y político muy por
encima que los propios fondos buitre), es el terreno preferido de Elliott y
compañía.
Los fondos
buitre actúan perjudicando al país y a los intereses nacionales. Esto lo hemos
dicho y lo venimos denunciando desde la CTA hace tiempo. En palabras de Julio
Gambina, economista de la central de trabajadores y presidente de la FISyP,
creemos que Argentina debe “declarar la imposibilidad de cumplir con el fallo
de Nueva York y con ello suspender la totalidad de los pagos de la deuda e
investigar y auditar las acreencias, supliendo lo no realizado en treinta años
de gobiernos constitucionales”. Esto incluye cualquier posible embargo sobre
activos estratégicos, como son los que están en juego.
La historia
de los fondos buitre es la historia de la deuda externa argentina no
investigada y el pueblo en todo esto siempre ha sido perjudicado.
Pero esta
historia nos advierte sobre el tipo de acuerdos que hemos firmado, donde
permitimos (como se acordó con Chevron) arbitrar las diferencias en juzgados
extranjeros, que son afines al mundo del capital y no del bienestar social. Hay
que recordar que Argentina sigue perteneciendo al CIADI (Centro Internacional
de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones del Banco Mundial con sede en
EE.UU.), un organismo donde sólo las empresas privadas pueden realizar acciones
legales contra los estados nacionales.
Los
abogados de NML Elliott, propiedad del multimillonario Paul Singer, quieren que
la Justicia de Estados Unidos autorice a avanzar con embargos contra la
Argentina en todo el territorio de Estados Unidos y los activos energéticos
argentinos son el primer objetivo.
Es la
justicia de otro país, nada más ni nada menos que la de Estados Unidos, la que
decide y define sobre nuestros intereses. Y, ahora, la que podría definir sobre
nuestro suelo. Es decir, no sólo está en juego el pago a los fondos buitre y
cómo se realiza, sino también esta involucrado Vaca Muerta.
En
definitiva, estar sujeto al ánimo del juez Thomas Griesa y bajo la órbita de la
justicia de la mayor potencia mundial, es la muestra clara de pérdida de
soberanía que estamos sufriendo desde hace tiempo. Más allá del alcance
concreto de los fondos buitre sobre el suelo argentino, lo que queda claro es
que Vaca Muerta es moneda de presión de los fondos especulativos. Y es, además,
una triste muestra de que la soberanía es algo que se construye día a día y se
la pone en juego siempre: en la disputa contra los miserables fondos buitre y
contra los capitales de inversión, como Chevron y compañía.
La escena
de lo que está ocurriendo hoy con los fondos buitre, Vaca Muerta y la soberanía
nacional se completa con el largo listado de las grandes petroleras extranjeras
que hacen fila para desembarcar en la cuenca neuquina en busca de petróleo y
gas, como lo está haciendo ahora Chevron. Las grandes petroleras mundiales,
como Exxon, Total, Shell, entre otras, vienen con la promesa y garantías de
argentina de firmar el mismo tipo de contrato que con Chevron. Y la historia
pareciera que se repite en cada contrato.
Estamos en
momentos importantes en la disputa contra los fondos buitre y, al mismo tiempo,
se está discutiendo la nueva Ley de Hidrocarburos para el país que prepara el
Gobierno nacional. Esta nueva ley debería servir para impulsar un fuerte debate
sobre el rol de los recursos naturales, la soberanía energética (que ya hemos
visto que está íntimamente vinculada con la soberanía nacional) y el destino de
Vaca Muerta. Pero, sobre todo, debería servir para comenzar un camino nuevo, un
camino que no ubique por una buena vez y para siempre en la verdadera senda de
los intereses del pueblo y de la nación.