Por Osvaldo Bayer.
El pueblo
argentino está viviendo una de las más grandes injusticias históricas con los
compañeros petroleros de Las Heras. Comparable con muchos de los delitos
cometidos por las dictaduras militares vividas en pasados años.
Las condenas de
la justicia patagónica. Esta injusticia histórica en la Argentina puede
compararse con la condena sufrida por los mártires de Chicago, esos luchadores
por las sagradas ocho horas de trabajo. Cuatro de ellos sufrieron la pena de
muerte, y tres, cadena perpetua. Cien años después la justicia norteamericana
reconoció que se había equivocado. Un poco tarde.} Los condenados a prisión
perpetua habían sido ya liberados, después de cuatro años de prisión, por el
Gobierno de Estados Unidos. Pero los muertos ya estaban muertos. Terrible
error. Otro caso de la justicia norteamericana fue el de Sacco y Vanzetti, dos
luchadores sociales condenados a muerte y ajusticiados por un delito que no
habían cometido. La justicia norteamericana, sesenta años después, pidió
disculpas por haberse equivocado. También demasiado tarde. A todos esos héroes
del pueblo se los recuerda año tras año. Mientras que los jueces pasaron a la
historia como representantes de una justicia que estaba al servicio de los
poderosos del dinero. Los argentinos no podemos permitirnos esta nueva
injusticia. Se dice que vivimos en democracia. Pues bien, hagamos uso de esa
democracia para terminar con esa injusticia tan impúdica. Exijamos que
intervenga la Corte Suprema de Justicia de la Nación y todos los poderes
políticos. Todos los jueces del país tienen que reunirse en un congreso
nacional y revisar las sentencias y exigir que ser anule esa injusticia con
trabajadores argentinos. Lo mismo los miembros del Congreso de la Nación, los
legisladores del total de las legislaturas provinciales tienen que analizar
esos juicios y producir un documento exigiendo la libertad de los acusados con
tanta impudicia. La señora presidenta de la Nación tiene que analizar este
hecho tan perverso y firmar una resolución a favor de la verdadera justicia.
Solo así los argentinos entenderemos que vivimos en una verdadera democracia.
Y, por supuesto, todo el pueblo tiene que movilizarse, y todos los partidos
políticos del oficialismo y de la oposición. Si no lo hacemos, las próximas
generaciones se avergonzarán de nosotros. Y que los jueces que han aprobado el
nefasto fallo piensen que pueden pasar a la historia por haber sido autores del
fallo más erróneo e injusto de nuestra historia. Y la Historia siempre recordará
a esos jueces y se preguntará: ¿por qué lo hicieron? Acompañemos a los
trabajadores en su lucha. De ellos es el futuro, y los hoy condenados pasarán a
ser nuestros héroes del presente y del futuro.