jueves, 21 de marzo de 2013

Francisco I, santa cruzada por la reinvención de los valores del occidente senil.


Por Eric Peralta*

Ante la angustia que genera un mundo de creciente violencia e inseguridad, no esperemos cambios de fondo en la espiritualidad institucional de occidente, pueda ser que algunas decisiones papales y doctrinarias se orienten con modificaciones de actualidad, acomodadas a las necesidades de un mundo en crisis, en ese sentido podrán los representantes de las más altas jerarquías eclesiales permitirse tener una posición más pasiva con temas como el aborto, el llamado casamiento igualitario, el uso de anticonceptivos, y por supuesto lo que ya esta haciendo Francisco, hablar de una iglesia de los pobres, mostrarse con austeridad, incluso hasta tener una actitud consecuente de rechazo al lujo y confort del "estado Vaticano". Ya era hora.


Pero aunque la elección de la iglesia por los pobres, su sufrimiento, sus necesidades, sus esperanzas y sus luchas es por supuesto la más elemental tarea de la misión evangelizadora (por cierto con varios siglos de demora y unas cuantas traiciones y entregas del propio Bergoglio, entre otros destacados hombres de la santa sede), podríamos afirmar que en esta etapa de la humanidad se quedarían a mitad de camino, ya que la espiritualidad implica un programa integro de virtudes y valores para la vida pública y privada donde la formulación de "hacer el bien y prohibir el mal" no aparece en la agenda de las grandes corporaciones terrenales que se arrogan la representación de lo celestial.

La institucionalidad en crisis de las representaciones de occidente no traerá nada nuevo para los pueblos y comunidades del mundo que por siglos han sido obnubilados por los espejismos que adornaban la verdadera propuesta civilizatoria que padecemos, donde la religiosidad arrogante de occidente la mayoría de las veces a estado a contramano de la espiritualidad y directamente enfrentada a los desheredados y excluidos en la tierra.

La crisis actual no podrá resolverse con parches porque su origen tiene características diferentes a todas las anteriores ya que parte de un quiebre civilizatorio integral, que incluye factores ambientales, climáticos, energéticos, hídricos y alimenticios. En definitiva estamos asistiendo al agotamiento de un modelo de organización económica, productiva y social, con sus respectivas expresiones en el ámbito ideológico, simbólico y cultural.

Con la ayuda de Dios, y la atenta observación de las tradiciones y resistencias plasmadas durante siglos es que vamos a poder reinventar la civilización, la batalla cultural en cada rinconsito del planeta tierra contra el consumismo, el hedonismo y los vicios, van en ese camino.

*Eric Peralta, Secretario General de la OLA.